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Oración del padre Ignacio Larrañaga

Actualizado: 7 dic 2020

(Por largos años el Padre Ignacio ha rezado esta oración cada

noche antes de acostarse)

Oración del padre Ignacio Larrañaga


Espíritu Santo de Dios, que estás en mí, usa tu poder

para entronizar a Jesús en mi vida y extender su

reinado efectivo a todo mi ser, a todas mis actividades,

a todas mis relaciones con otras personas.

Jesús, hijo de Dios, te acepto plena y gozosamente

como mi Señor, Dueño y Maestro. Aunque soy

poquita cosa, dignate ocupar a perpetuidad el trono

de mi corazón.

A ti, luz que ilumina, verdad que libera, te consagro

mi mente, mi memoria, mi imaginación, todos mis

pensamientos y todos mis conocimientos. Dame

Señor, tu visión de la vida, de las personas y de los

acontecimientos. Ve grabando en mí tus pensamientos,

tus ideales, tus criterios, tu escala de valores.

Hágase Tu Voluntad Señor, en mí y en todas las

criaturas. Conquista con la fuerza de tu gracia mi

Voluntad tan rebelde e inconstante; fusiónala en

amor con la tuya. De antemano someto a tu señorío

mis planes, deseos, sueños, ilusiones y esfuerzos.

(PAUSA de dos minutos sintiendo de nuevo en el silencio del

corazón lo que se ha dicho de estos cuatro párrafos.)

Venga tu Reino, Señor, sobre toda mi vida afectiva.

Extiende tu reinado de amor y paz a todas las zonas y

niveles de mi subconsciente. Llena con tu presencia,

con el amor del Padre y con los frutos del Espíritu

todo el vacío que hay en mí. Y por tus heridas, Jesús,

ve sanando todas las heridas que ves en mí.

Te entrego Señor mis sentimientos y en particular

estos sentimientos negativos, que escapan de mi

control… A cambio dame, buen Jesús, los

sentimientos y aptitudes de tu propio corazón.


 

Te consagro, Señor mío, este cuerpo santuario de tu

Espíritu, hasta la última célula del mismo. En particular

pongo bajo tu señorío cualquier parte de mi cuerpo afectada

o amenazada por la enfermedad. Tú, que vives en mí, usa

Señor, mis ojos para mirar, mis oídos para escuchar, mi

lengua para dar expresión a todo, Y sólo lo que tú deseas.

Bajo tu control pongo mis sentidos de gusto y tacto, con mis

hábitos de comer, beber y dormir, y con todas mis

sensaciones. Tuyas son mis manos, Señor, para trabajar,

ayudar bendecir y sanar según tus deseos. Guía mis pasos

con tu Espíritu, para que me lleven donde tú deseas verme;

que mi presencia sea allí señal de tu presencia.

(PAUSA de dos minutos, sintiendo de nuevo en el silencio del corazón lo

que sea dicho de estos tres párrafos.)

En tus manos pongo mi salud, mi energía, mis habilidades y

talentos, todos los recursos humanos y carismas de tu

Espíritu, con todas mis actividades y ocupaciones, con mis

éxitos y fracasos, con mi cansancio de cuerpo y alma. Haz

Señor que pueda descubrirte a ti y servirte a ti en las

personas que me rodean y en las que más te necesitan.

Te consagro mi familia, mi comunidad y cada una de mis

amistades. Venga tu reino de paz y amor al lugar donde vivo

y en los lugares donde me muevo y trabajo.

A tu señorío someto, Señor mío, todos mis vicios, malos

hábitos, defectos, adicciones, fallos y limitaciones (en particular...)

Manifiesta en mi flaqueza el poder de tu gracia (2Co 12,9);

dónde abunda mi pecado sobre abunde tu gracia (Rm 5, 20)

Virgen María, madre de los pobres, me consagro también a

ti. Si algo encuentras en mí que no es todavía de Jesús

entrégaselo a él. Ayúdame a vivir, como tú, en obsequio de

Jesucristo, haciendo de mi persona y de mi vida un don

pobre, pero completo a tu amado hijo.

Amén

(PAUSA de dos minutos, sintiendo de nuevo en el silencio del corazón lo

que sea dicho de estos cuatro párrafos.)


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