"Es muy fácil querer y desear las cosas que se ven. Es muy fácil sentirse exitoso y realizado en un mundo lleno de comodidades y vanidades.
Es muy fácil sentirse aparentemente feliz, al poseer todo lo que se desea material: riquezas y poder. Pero cuán difícil es sentirse realizado y exitoso espiritualmente. Cuán difícil es descubrir lo divino, amarlo y desearlo… Descubrirlo porque no se ve a simple vista, amarlo porque aún no es conocido ni entendido por nosotros y desearlo porque poca honra material aporta al ser humano en esta vida terrenal…”
Estas palabras marcan mi testimonio de vida en un antes y un después. Fueron palabras que escribí en una de esas noches, pero necesarias noches oscuras, en el silencio más oscuro que cada alma en su nivel o condición Dios permite vivir… No entendía a lo que los santos se referían con la noche oscura hasta que yo misma me vi sumergida en una de ellas.
No sé cómo ni cuándo comenzó todo, solo sé que ya han transcurrido 2 años de mi vida desde que empezó toda esta gran enseñanza de vida.
Mi esposo y yo como típica pareja joven, nos comíamos el mundo, creíamos que lo sabíamos todo, lo teníamos todo, materialmente hablando: buena casa, carros, lujo, en fin, todo cuanto se quisiera comprar. De repente, por errores cometidos, mi esposo y yo perdimos todo, pero lo que más me duele, lo que más se clavó en mi corazón, como una espina penetrante y aún sigue así hasta el día de hoy, fue haber perdido la relación de amor y cercanía con mis padres; su confianza, su sonrisa, sus cariños, su dulzura y su buen ánimo. Mirarlos, ya no era lo mismo, solo quería retroceder a ser esa pequeña niña que jugaba en los brazos de papá y mamá y que no importaba, cuán traviesa yo fuera, o cuán mal yo me portara, que, con un simple castigo, al momento siguiente ya recuperaba de nuevo su amor, su alegría. Seguía siendo su niña. Por esta razón principalmente no he dejado de llorar junto con mi esposo un solo día durante estos 2 años a mi Dios. Fue entonces, durante este torbellino de amor que conocí a nuestro querido Padre Larrañaga, y así comienza Dios a través de él, a realizar un milagro de amor y paz en nuestras vidas.
Fue en agosto del 2015 que Dios me presentó a una mujer que llegaba a una casa de oración muy especial, en la cual celebrábamos la fiesta Del Padre Eterno. Yo ya iba de salida y me estaba despidiendo de todos, cuando ella entró a la casa. No puedo explicar lo que sentí, pero sabía que ella traía algo para mí. Fue tan de Dios ese encuentro, que como para que no me quedara duda, la dueña de la casa en medio de tanta gente, me llamó por mi nombre y me dijo: “Karen, no te vayas, ven y conoce a alguien que trae algo muy lindo y especial y quiere explicarlo”. Me acerqué a ella y cuando ella abrió este libro, lo explicó, y me habló por primera vez del Padre Larrañaga. Yo al leer el título “Rosario del Abandono al Padre Celestial” me quedé atónita, y en mis adentros como un suspiro inmediato, pensé: “Abandono? Yo nunca me he abandonado, y menos aceptado mi cruz u ofrecerla como dice este libro de un tal Padre Ignacio Larrañaga”. Llevaba yo muchas noches sin dormir junto con mi esposo. Pero esa noche, llegué a casa y abrí el libro del Rosario del Abandono al Padre Celestial, se lo mostré a mi esposo e inmediatamente empezamos a leerlo. Cual fue nuestra sorpresa que quedamos como dopados, de amor y abandono, y por primera vez en tanto tiempo pudimos dormir toda la noche, descansando en su paz, la paz que solo nuestro Dios puede dar. Quería yo al siguiente día llamar a esta persona que me había entregado el libro con tanto amor, pero no sabía su número. Pensé en llamar a la dueña de la casa para pedirlo. En eso transcurrieron 2 días.
El sábado por la mañana, mi esposo me dice: “Vamos a la Ermita de la Caridad”, Santuario Nacional de la Virgen de Cuba en Miami, a la cual teníamos tiempo sin ir, y yo le dije: “Pero eso está muy lejos de donde ahora vivimos”. Mi esposo insistió. Llegamos, y estando yo sentada esperando la confesión, veo que entra mi Señora, la del libro. Sorprendida me levanté del banco y le dije: “Señora, ¿usted aquí? Sólo Dios sabe cuánto la he tenido en mi mente. Quise llamarla para decirle que ese Rosario ha hecho maravillas en mí y en mi esposo. La señora del Rosario quedo en shock de igual manera. Cuál fue mi sorpresa cuando me contó su testimonio de vida y cómo a través de los talleres que habida hecho, había transformado su vida. Me invitó insistentemente a que hiciera los talleres del Padre Larrañaga. De verdad que sentí que la conocía de toda la vida, y sólo era la segunda vez que la veía. Sentía un fuego en mi corazón, un llamado urgente a conocer más de él. Eso son sólo cosas de Dios, salí de ahí convencida de ello. A partir de ese momento, Dios selló nuestro encuentro y supe que no descansaría hasta ver cumplir Su misión en mí.
Transcurrió el tiempo y las ganas de conocer al Padre Larrañaga iban aumentando, y no solo yo, mi esposo, también muy interesado comenzó a decirme que el Padre Larrañaga había tocado su vida, y me decía: “Mira lo que encontré en youtube”, y empezamos a escucharlo, una y otra vez, talleres, entrevistas, charlas. Cada vez me sentía más identificada con este maravilloso ser que tenía la capacidad de explicar y poner en palabras el amor de Dios por nosotros…. Nunca, nunca pensé que podría imaginar cuan amada soy por Dios, y cuánto Él está cerca de nosotros en nuestro sufrimiento. Por fin entendí el misterio de las lágrimas, y que las lágrimas eran un don hermoso y perfecto de Dios. Y que la felicidad estaba en esa Paz que había entendido a través de ese sufrimiento.
“Del Sufrimiento a la Paz”, este fue sin duda alguna el primer taller que escuchamos mi esposo y yo por Internet. Lamentablemente y por tantas razones, aún no hemos podido hacer los talleres en persona, pero gracias a la tecnología hemos oído y visto al Padre Larrañaga y la verdad, nuestra vida ha cambiado a partir de esos momentos, del Rosario y del taller. Y ha cambiado en el siguiente sentido: no significa que los problemas dejaron de existir. Las cruces y las espinas siguieron allí, solo que, con la ayuda de Dios, de su Espíritu Santo a través del Padre fuimos aprendiendo que las lágrimas no eran malas, al contrario, eran el bálsamo que refrescaba nuestras almas. Que estas lágrimas, habían crecido, habían aprendido a ser sabias, estas lágrimas habían aprendido a traer alegría, júbilo, humildad, perdón, amor y felicidad a mi corazón. Ya no son lágrimas solo de sufrimiento, ahora son lágrimas que me han llevado a la paz. Y entonces entendí que dejar de llorar es dejar de amar. Que Las lágrimas también son internas, que son soplos del espíritu que purifican el alma y que hacen sentir que eres el Ser más pequeño, pero también el Ser más amado. Si, ”locura divina” pero hermosa ciertamente al ser descubierta una pequeña puerta de la gran perfección de amor, de Su amor infinito, que al fin, a través de esas hermosas palabras de nuestro querido Padre Larrañaga, entendía, y se hacía cada vez más claro su testimonio en mí, en mi esposo, en mis hijos.
Fue entonces un viernes 26 de agosto del 2016 que regresaba yo del trabajo, y por supuesto el Padre Larrañaga me había acompañado en el camino con una de sus enseñanzas. Recuerdo el día q paré, miré al cielo y junté las manos y por primera vez y con la confianza de un amigo, me atreví a decirle, con las siguientes palabras: “Mi querido Padre Larrañaga, sé que estás en un lugar muy privilegiado, yo te suplico, que con tu intercesión me concedas y me consigas un trabajo, que se llenen mis días, de lunes a viernes. Mira q trabajo 2 días a la semana y no nos alcanza ni para pagar la renta de la casa donde vivimos, la cual ya tenemos atrasada. Y a mi esposo concédele también tener un trabajo fijo, sabes como lo hemos buscado y nada hemos encontrado, te lo pido, mira a mis hijitos pequeños que necesitan su techo, su estabilidad, por ellos te lo pido, pero hágase Su Voluntad y en Su tiempo”. Y una vez más sentí la rica brisa del abandono. Y abandonada en esa petición, pero convencida de que el Padre Larrañaga me escuchaba, quedé en Paz. Entonces, el lunes 29 de agosto, 3 días después de esta petición, me llama una señora rusa, higienista dental al igual que yo, y de la nada me dice que me conocía, y que por favor yo le hiciera la suplencia en su trabajo porque estaba muy enferma y que no sabía cuándo regresaría. Yo empecé a orar por ella y por su salud, y hasta el sol de hoy, que aún no sé quién es, ni de donde me conoce. Llamé a la manager de esa oficina dental, y cuál fue mi sorpresa cuando la manager me dice que necesitaba 2 días efectivamente para suplir a la higienista enferma. Comencé a ir un lunes 12 de septiembre, pasaron 10 días y el día 22 la manager habla conmigo diciéndome que estaba encantada con mi trabajo y que quería que trabaje también para ella. Por Otro lado, la manager de la oficina donde yo trabajaba 2 días a la semana me dio la noticia de que me necesitaba un día más sin yo si quiera pedírselo. Esto hacían los 5 días de trabajo que yo le pedí a mi Padre. Luego, la misma semana de la llamada de la señora rusa, a mi esposo, que también estaba entregado a la voluntad de Dios, lo llamó su hermano diciéndole: “Hermano, viajo en 3 días para Miami, necesito que tú seas mi mano derecha y te voy a pagar un sueldo semanal”. Para completar este hermoso milagro porque Dios Es perfecto, finalmente conseguimos el dinero que estábamos diligentemente buscando pero que, entregados también a Su voluntad, también pedimos al Padre Larrañaga con mucha fe una vez más, “Por favor Padre, no sé qué vas hacer, o que vas a inventar, pero sabes que necesitamos el dinero de la renta de la casita de tus hijitos. Yo se q me oyes porque ya me has hecho un gran milagro, en ti confío”. Ese mismo día, de una manera milagrosa y a través de una persona de Dios, la que nunca imaginé, esta persona, llamó insistentemente para hablar conmigo, pues sentía una gran necesidad de ayudarnos. Y de la nada y sin pedirlo, me ofrece prestado el dinero exacto que necesitábamos para pagar la renta atrasada. Todo esto ocurrió en un lapso de 3 semanas, desde que comencé a pedir la intercesión del Padre Larrañaga y por su veracidad y rapidez, no dudo, ni un instante que es un verdadero milagro en nuestras vidas. Y finalizo con unas palabras de mi querido Padre Larrañaga que me hacen entender que cuanto más abrazo mi cruz, más la acepto y la ofrezco y acepto su voluntad en mi vida, más aún siento la presencia del Dios Vivo, misterio Divino, pero cierto. A continuación, palabras impactantes de mi querido Padre Larrañaga, palabras que describen exactamente como siente mi corazón, mi alma, mi espíritu después de haber vivido toda esta experiencia:
“No hay distancias que puedan separarme de ti, no hay oscuridad que te oculte. No eres sin embargo ningún detective que vigila mis pasos, sino el Padre tierno que cuida las andanzas de sus hijos. Y cuando tengo la sensación de ser un niño perdido en el páramo, Tú me gritas como al profeta: “Aquí estoy, contigo voy… no tengas miedo”. Me envuelves con tus brazos porque eres poder y cariño. Porque eres mi Dios y mi Padre, en la palma de tu mano derecha llevas escrito mi nombre como señal de predilección, de hijo único… Señor, gravitación eterna de los horizontes, como te lo diré: “Nunca me vigilas, siempre me cuidas, mejor que la madre a su pequeño diciéndome: “¡Aquí estoy, contigo voy!!!”. Bendito seas por siempre. Amén. (Padre Ignacio Larrañaga).
Karen
AQUI ESTOY, CONTIGO VOY (Trabajo)
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